El decimoséptimo país más pequeño del mundo atrae a los inversores gracias a la a su nuevo modelo económico, que despierta el interés de grandes empresas, holdings y cadenas hoteleras.
Está en el corazón del Pirineo y es, a su vez, el destino de nieve por excelencia, un lugar que seduce a los montañeros y a los amantes de los deportes de invierno. Las aristocracia española se dejó estremecer por Andorra y fijó en sus montañas su cita obligada de desde la llegada del esquí a principios del S.XX.
La Semana Santa es una gran fecha para hacer turismo en el Principado ya que sus cumbres continúan nevadas y es el momento idóneo para aprovechar los últimos coletazos de la nieve y hacer deporte de montaña.
En los días de asueto el nucleo urbano incita al gasto y al disfrute. Sus avenidas son un gran centro comercial urbano y, en sus restaurantes, el arte del buen comer es una religión. La comida típica andorrana viene determinada por su ubicación, por eso la caza es el la delicatesen obligada en la zona. Su plato típico, las rostes a la mel, es todo un manjar, se trata de lonchas de cerdo rehogadas en miel. También son muy populares la escudella Andorrana y de postre «Mel i Mato». Entre los pescados, se recomienda la trucha, y los mejores mariscos de Galicia, Palamós o Vilanova i la Geltru.
El perfecto sueño de evasión y lujo está a 1.800 metros de altura, hablamos del Hotel Hermitage & Spa, una burbuja de confort que se posa entre las montañas. Todo está construído en materiales nobles, desde el mobiliario a la mantelería y cuenta con un lujoso spa para desconectar tras una intensa jornada deportiva. Su oferta gastronómica es muy completa de la mano de sus excelentes chefs, poseedores de Estrellas Michelin en España.