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El reto histórico de Andorra

Tras años convulsos en el sistema financiero andorrano, la banca del país continúa inmersa en su transformación. La decisión tomada hace años de implantar las mismas reglas de juego en materia bancaria que cualquiera de los países del entorno, combinada con el compromiso de la plaza de sacudirse la consideración de paraíso fiscal, ha forzado a las entidades andorranas a aceptar que los viejos tiempos pasaron y que en el nuevo escenario deben reinventarse para encontrar su lugar en un mercado en el que las barreras están desapareciendo a gran velocidad.

No decimos nada nuevo si contamos que el modelo de banca en Andorra se desarrolló de manera muy acelerada desde los cimientos de la opacidad fiscal y el secreto bancario. Esa situación permitió a los bancos del país capturar grandes patrimonios opacos para el fisco, primero de sus países vecinos, y luego del resto de Europa y de Latinoamérica. El coste de captación de esos patrimonios descendía de manera inversamente proporcional al incremento de la presión fiscal internacional. De igual manera, el retorno sobre dichos activos superaba significativamente los retornos sobre activos gestionados de la banca privada que operaba en mercados sujetos a transparencia fiscal. No competían con otros bancos, competían con el coste fiscal de sus clientes.

Pero todo eso ha cambiado. Quien hoy en día considere a Andorra un paraíso fiscal y se sienta tentado a llevar fondos opacos, se está metiendo en la boca del lobo, dado que la banca andorrana está hoy sujeta a normativa internacional similar a cualquier entidad europea, y desde la puesta en marcha del intercambio automático de información, se comparte información a escala internacional con todas las agencias tributarias adscritas al acuerdo. En este entorno la banca andorrana se ha enfocado a una mejora del servicio que, unida a unas estructuras más eficientes, le pueda ayudar a compensar la caída de los márgenes. Es un proceso que se inició hace ya un par de años y que continúa.

Toda esta transformación, con una perspectiva doméstica, pero en un entorno internacional como el vivido en los últimos años, no es sencilla. Los bancos andorranos han transformado en paralelo muchas de sus estructuras organizativas y comerciales, en un proceso que ha requerido un gran esfuerzo en un plazo muy reducido de tiempo. De nuevo el país debe estar orgulloso de su banca: es difícil encontrar un ejemplo de transformación comparativamente similar en otras economías con más recursos, en tan corto espacio de tiempo.

https://www.lavanguardia.com/opinion/20181207/453403470357/el-reto-historico-de-andorra.html

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